Dejando que Fin hable
Hace casi dos semanas llegó Alexandre y en 11 días le dimos forma a Fin. Nos dedicamos a escuchar las sombras, como dice él. Es difícil de resumir. Terremoto creativo el que aconteció entre las paredes de CheLA. Fin tomó forma, guión de acciones, imágenes, sonido. Late. Respira. (me) impresiona.
Este
encuentro creativo tiene mucho de pandémico, y así fue que trabajamos casi dos
años solo de forma virtual, para encontrarnos estos días en Buenos Aires por
primera vez. Portuñol mediante logramos entendernos y entender a esta criatura
que habla de los recuerdos, la vejez y la finitud -o no-.
A. insiste:
nada puede ser una mera acción mecánica, cada movimiento es escena y así
debemos incluirlo. No puedo caminar porque la otra escena me pide estar en un
lugar distinto. Así de simple. Si vamos, la escena va. Si detenemos la escena
para acomodar, esta se cae.
Respetar esto como un mantra.
Probar las mecánicas una y otra vez. Aunque las rodillas duelan y las
rodilleras ya no sean una opción.
El mantra es real. El concepto de la mecánica se cuela en mí y acaso empiece a
pensar cualquier movimiento de mi vida separado entre mecánica y narración.
¿Hacemos cosas para llegar a otras o por el simple hecho de hacerlas?
Duermo poco. Así y todo nos reímos, y como la teoría de las capas (“Cineflux”),
cada vez se llega más profundo.
Igual que hago desde niña, pongo soniditos a las acciones y emoción a los
personajes, porque eso me sirve para guiarme. Mucho de eso termina quedando.
Qué bien -pienso- Fin me abraza con mis ruiditos, cantos y voces.
La dramaturgia del sonido y la música es todo un asunto. El primer día que
llegó Javier le pedimos que acompañe los cambios de ánimo del guión. Luego de
la pasada, algo me dolía dentro. Es que Fin habla de cosas fuertes, y un violín
que acompañe el sentimiento hace que esa fuerza se multiplique, y no hay
corazón sensible que aguante.
Reformulamos: el sonido es contrapeso. El sonido opina. Aliviana. A veces es lo
que sigue, como el sol brillando y los pájaros cantando cuando estamos
inmensamente tristes.
Va mejor.
En la mesa siempre hay materiales, telas, pegamento, cartón… cambiamos partes
de las figuras, agrandamos un ojo, recortamos fotos, cosimos cosas, ahuecamos,
encargamos superficies, pintamos… la construcción no acaba, porque las sombras
piden y ellas mandan.
Antes de cada pasada hago un recorrido mental (pero hablado en voz alta a
velocidad x10) donde detallo las mecánicas: vengo, agarro, dejo, llevo, muevo…
este soliloquio que me pone en forma las neuronas lleva casi diez minutos.
A. se dedica a cronometrear ensayos: 54, 56, 59, 46… vamos encontrando ritmo y
duración, al compás de aprender la obra y de la música que nos acompaña.
Posición de la sombrista. Economía de movimientos. Abandonar viejos vicios.
Movimientos limpios.
La emoción, estar presente.
Advertí que era difícil de resumir… Pasaron mil cosas estos días en los que
trabajamos de la mañana a la noche con matecito, cimarrón y café. Cuatro
personas en la oscuridad jugando a las sombras. Me siento agradecida. Fin ya
está entre nosotrxs.
Sonia
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Todas las fotos son de Magdalena Ciucci.
Hablas de el invisible como matéria. Eso es sombrista.
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