Dudas -regurgitadas como el agua de la garza-

Alexandre dice que escriba mis dudas. Tal vez se refiere a las preguntas escritas sobre el guion en el análisis, o a las que él me hizo en la reunión que acaba de terminar. Las mezclo a todas, regurgito como una garza que lleva agua en su pico para una anciana, tomo coraje y tipeo:

¿Cómo puedo sostener las figuras que no sea en el piso, y que no estorben la limpieza visual?

¿Por qué no quiero usar mi sombra corporal? ¿Por qué le parece sospechoso eso? ¿Está mal sentir que las sombras corporales no llevan el misterio?

¿Qué resulta tan extraño de ser una sombrista solista?

¿El tamaño de producción autogestiva acaso me dio más de lo que me limitó? ¿Sería así mi trabajo si no hubiera comenzado -y continuado- llevando títeres de sombras en una mochila por lugares de tooodo tipo?

¿Qué tan mía es Fin?

¿Es posible realmente alargar la vida de lxs que queremos recordándolxs?

¿Puede una obra ser una despedida?

¿Cuántas veces más necesitaré hablar sobre la muerte?

¿El hueco en el vientre de la anciana, es un hueco en el títere o una proyección de luz?

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¿Cómo hacemos el ritual en la escena? Me pregunta Alexandre.
Estando presentes, respondo.
¿Y eso cómo se hace todo el tiempo?
Es una utopía.

Estar segurxs de dónde estamos. Contar lo que nos atraviesa. No fingir: vivir, morir y revivir junto a la escena. No me importa si acaso muevo la cabeza con el gesto de un personaje. Si no me aprendí lo de la disociación del todo, o si la sombra de mi mano decide aparecer en la pantalla. Aceptar una tos del público, un ruido, un murmullo. Sentir que nada debe ser perfecto, que esto no es cine, que estamos todxs vivxs en este momento y confiamos en este juego antiguo de mirar hacia adentro mientras creemos que miramos hacia afuera. Respirar y recordar el cuerpo. Invocar a aquellxs que nos acompañan y se sonríen desde otros lugares. Seguir la función, pese a todo, con la convicción de que todo tiene sentido si somos honestxs.

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Analizar el guion o de cómo hacer una obra. Primeras materialidades con nuestro elemento inmaterial favorito. Discutir y entenderse. Qué locura la que nos lleva a este proceso virtual entre dos creadorxs con ideas nítidas, experiencias distintas e idiomas que acaso a veces se parecen. Si hay que desconfiar de lo fácil, confío plenamente en este proceso.

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Aprendí dos palabras en portugués:

Lamparinha: Sol de noche
Dobladiza: Bisagra

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Seguimos, hasta Fin.

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Sonia
Atardecer en Oberá, Misiones, Argentina

 






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